Sonrisas moderadas

Dic 2, 2020

Biden en la Casa Blanca: Argentina y Brasil proyectan el vaso medio lleno para sus economías, aunque no por las mismas razones

Con la llegada de los demócratas al poder en Estados Unidos, el contexto económico sudamericano parece iluminarse ligeramente. Existen algunos fundamentos para ser optimistas y también para que ese optimismo sea moderado. Más allá del color político que pueda regir en la Casa Blanca, la diplomacia norteamericana en general y la económica en particular tienen baja elasticidad a los cambios.

Así, es difícil conjeturar condiciones dramáticamente mejores de intercambio comercial con Estados Unidos por parte de ninguno de los países de la región. Lo que si se espera son condiciones más laxas en las relaciones: la administración de Joe Biden seguramente dejará el garrote de lado y perseguirá objetivos similares que el gobierno saliente, con herramientas más blandas: nadie se imagina al próximo presidente tuiteando la restitución de las tarifas del aluminio, como hiciera Donald Trump hace exactamente un año atrás.

En cierta medida, Argentina va a mantener una buena relación con otra impronta. Así como Trump ha mantenido lazos de afinidad con la administración de Mauricio Macri, el próximo presidente norteamericano seguramente los tendrá con Alberto Fernández. Es un plus para una salida ordenada de lo que el primer binomio generó y/o propició: el endeudamiento con el FMI.

Es altamente probable que el gobierno de Biden apoye una renegociación de la deuda, incluso podría asegurar fondos adicionales. La nominación de Janet Yellen como secretaria del Tesoro de Estado Unidos es una excelente noticia para el gobierno de Alberto Fernández, ya que el Tesoro es una pieza clave en las decisiones del FMI, por su peso en el organismo, del cual es su mayor contribuyente con una cuota que vale el 16,52% a la hora de votar cualquier decisión.

En comparación, la situación de nuestros vecinos brasileños es un tanto diferente. Los lazos económicos y comerciales entre Estados Unidos y Brasil son más intensos y tienen (por su mayor peso específico) una relevancia mucho mayor: las exportaciones norteamericanas a Brasil representan un 32% del total sudamericano, las importaciones desde Brasil un 35% (comparativamente, los números de Argentina son 9% y 5% respectivamente). En ese marco, Jair Bolsonaro está perdiendo en Trump su mejor aliado y no tiene actualmente aproximación alguna con Biden, de hecho, aún no ha reconocido su triunfo en las elecciones.

Pero la luz hacia Brasil viene desde otro lado: desde el Lejano Oriente. En este sentido, Bolsonaro no va a tener tanto compromiso con Washington como los que habría esbozado frente a la administración Trump en el “asunto Huawei”. Es que las presiones que ha soportado Brasilia por parte del gobierno norteamericano para que proscriba a los chinos de sus redes 5G, no tendrían la misma carga con la administración Biden: el gobierno brasileño podría repensar su veto a los chinos por el 5G y evitar los riesgos de posibles represalias comerciales de China. Actualmente, el mercado chino como destino (USD 64,3 mil millones) representa más del doble que el mercado norteamericano (USD 29,3 mil millones). Así, una de las mejores ganancias para Brasil en esta jugada será contar con las redes de 5G más competitivas (y más económicas) del actual mercado, y por lo tanto elevar un escalón en la capacidad global de su economía.

Contrariamente a Brasil, los compromisos de Argentina con Estados Unidos son más intensos y del otro lado también está China presionando. Y aquí es donde también aparece el 5G como variable. Washington va a mantener sus pretensiones globales con respecto al veto sobre Huawei también para Argentina, inclusive pudiéndose configurar implícitamente como condición para futuros apoyos en el terreno financiero.  Beijing tampoco se va a quedar atrás en sus demandas, más aún después de la renovación por tres años del swap por el equivalente a USD 18.700 millones que detenta el Banco Central.

En definitiva, podemos ver dos distintas situaciones en el plano regional con respecto a la llegada del nuevo anfitrión a la Casa Blanca. Tanto desde el Palacio de Planalto como desde la Casa Rosada se vislumbran ventajas al respecto (el vaso medio lleno) en el plano de la modernización industrial en el primer caso, en el financiero en el segundo. En ambos contextos habrá que tener muy en cuenta las habilidades y el esfuerzo diplomático, ya que sea desde Itamaraty o desde el Palacio San Martín, sus funcionarios tendrán que trabajar horas extras.

Artículo publicado en pagina12.com.ar el 30 de noviembre de 2020

 

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