Uno ostenta su modelo agroexportador y el otro es el reino del petróleo, pero ambos tienen una limitante para ubicarse primeros en el ranking de los países con PBI más ricos del mundo.
May 23, 2024
Dos naciones con grandes reservas de recursos de los más codiciados por el mundo, pero con un mismo limitante para ocupar los primeros puestos del ranking de países con mayor PBI a nivel global. Romper la gran dependencia del petróleo, parece ser el máximo desafío que enfrenta desde hace décadas el segundo mayor productor a nivel global. Cabe recordar que el listado de los cinco principales productores petroleros del mundo en 2023 estuvo liderado por Estados Unidos, con una producción de más de 13 millones de barriles diarios, seguido de Arabia Saudí (entre 9 y 10 barriles), Rusia (9 barriles), Canadá (4,8) e Irak (4,3).
Actualmente el petróleo representa el 44% del total del PBI del Reino de Arabia Saudita (RAS), una ratio que va en descenso por el espacio que van ganando los sectores económicos no petroleros en la actividad del país. Tomando como parámetro el PBI nominal de los países, el RAS ocupa el puesto 17 en el ranking (con 1,1 billón de dólares, 1.106.015 según el estimado 2024 por el FMI) y es la potencia más rica de la región de Oriente Medio. Sin embargo, su economía no crece al ritmo de los países, que aún con menos recursos, lideran imponiéndose globalmente.
Factores de una economía poco diversificada
Gabriel Balbo, analista de relaciones económicas internacionales, especialista en inteligencia competitiva y director de ESPADE, en dialogo con Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1), analizó cuáles son los principales condicionantes que limitan el crecimiento de su PBI y que impiden que pueda posicionarse entre las principales potencias del mundo.
“No obstante su preeminencia en la región, el RAS está muy lejos de ubicarse entre las primeras potencias mundiales, básicamente por la escasa complejidad de su economía y por su muy limitado desarrollo industrial y tecnológico -se puede notar que los primeros 5 países a nivel global en PBI (EEUU, China, Japón, Alemania, India) comparten economías diversificadas en cuanto a la generación de riqueza, una industria muy potente y altos niveles tecnológicos”, señaló el experto.
La falta de conjunción de dichos factores juega un rol clave como limitante para el crecimiento de una economía como la saudí. “Principalmente juegan los factores mencionados el condicionante para ser potencia entre los más ricos del mundo: escasa diversificación de fuentes de generación de riqueza, un débil tejido industrial y la falta de acervo tecnológico propio”, agregó Balbo.
Pero no solo eso, existe también un cuarto factor: el socio-geográfico. En ese orden, el especialista remarca que “más allá de los mencionados, se podría sumar el factor geográfico y social, muy diferente al de las economías desarrolladas de Occidente e incluso aquellas más avanzadas de Asia del Pacífico (China, Japón y Corea del Sur)”. A la vez que precisó: “Actualmente, si bien Arabia Saudita es un importante productor de petróleo y gas, no forma parte relevante de las cadenas de valor globales ni tiene un mercado interno de tal magnitud que pueda traccionar su propio desarrollo económico”.
Al cierre del 2023, Arabia Saudí fue el segundo mayor productor de petróleo del mundo. De hecho, la producción de crudo saudí se ubicó en una media mensual de unos 10,2 millones de barriles por día (bpd) en el primer semestre de 2023. Sin embargo, desde julio, el Reino Saudí comenzó a aplicar un recorte voluntario de producción de 1 millón de bpd, por lo que su producción bajó hasta alcanzar una media de 9 millones de bpd en la segunda mitad del año. Este recorte saudí tuvo como objetivo “estabilizar el mercado”, a la vez que dar lugar al desarrollo a otros sectores productivos dentro de una economía que busca diversificarse para fortalecerse.
Abandonar la dependencia del petróleo
Al momento de analizar qué otras actividades podrían ir en camino a una apertura de la economía saudí, Balbo señala que la actividad en los últimos años parece indicar que “lo que Arabia Saudita está buscando es reducir su dependencia del petróleo, poniéndole fichas a sectores económicos como el turismo o la actividad de extracción de minerales”.
“De hecho, una buena parte del plan de desarrollo que lanzó en 2016, Visión 2030, se basa en estos pilares en su faz económica”, argumentó. En ese sentido, las proyecciones de crecimiento de la economía del reino para este 2024 apuntan a que “el RAS espera recuperar en 2024 la caída de PBI que sufrió el año pasado (volviendo al nivel de 1,1 billón de dólares), con el pronóstico de alcanzar 1,3 billones de dólares en 2028. Las estimaciones se sustentan principalmente en el crecimiento de los sectores no petroleros”, aseguró Balbo a Modo Fontevecchia.
Asimismo, el especialista explicó a Modo Fontevecchia: “Diversificando se puede moderar el peso económico que reviste la fuente primaria original y equilibrar las fuerzas políticas subyacentes (al generar una estructura productiva complementaria, el poder del propietario de los pozos -en tanto único generador de riqueza- se va diluyendo en el resto de la economía). No hay que olvidar asimismo que el RAS es desde el punto de vista político justamente un reino donde las decisiones están centralizadas en una familia, que a su vez detenta los medios de producción y que los juegos de poder son muy diferentes a los que se ejercen en una democracia”.
El rol de la IA para su crecimiento
En la actualidad, el interés en invertir en desarrollos de IA por parte de algunos países de la región (RAS, pero también Emiratos Arabes Unidos) es la que deriva de sus aspiraciones de ir más allá del petróleo y el gas como sustento económico básico saudí. En esta línea, destacó Balbo que recientemente se anunció en el RAS la creación de un fondo mixto (público-privado) por 40 mil millones de dólares para el desarrollo local de la IA. “Esta lógica de win-win va inclusive más allá de los negocios, ya que implica también para Estados Unidos, como líder tecnológico y promotor de un hipotético hub tecnológico en Oriente Medio, mantener una posición de fortaleza frente a la emergencia de China como líder en inteligencia artificial”, remarcó.
Además, el experto señaló que “la iniciativa de Arabia Saudita no es nueva, ya que en mayo de 2020 anunciaron la inversión de 20 mil millones de dólares en startups de inteligencia artificial. A base de inversiones públicas, el objetivo a mediano plazo es buscar alternativas de generación de riqueza para modernizar su economía y salir de la gran dependencia que tienen con foco en los hidrocarburos”.
“A su vez, la inteligencia artificial acompaña al sector energético, que requiere de un nivel industrial y tecnológico de vanguardia, necesita de herramientas nuevas, necesita ganar competitividad y eso se estima que se lo dará la IA”, destacó Balbo.
Paralelismo con una Argentina limitada
Algo similar a lo que sucede con Arabia Saudita pasa también en la Argentina. “Podríamos forzar ciertas líneas de comportamiento económico afines si consideramos el modelo agroexportador argentino como una circunstancia, también en un principio feliz para los argentinos, que hizo crecer económicamente a una nación, pero que a la vez no contribuye lo suficiente desde el desarrollo para forjar una economía diversificada, con diferentes alternativas de generación de riqueza”, destacó el Director de ESPADE.
Argentina en el listado publicado por el FMI de las economías más fuertes del mundo, para el estimado 2024, ocupa el puesto 22. Con un valor de PBI nominal en millones de dólares que alcanza a los 604.260 millones de dólares (estimado FMI 2024), y un PBI per cápita en dólares de 12.812. Dejando en claro el experto: “Siempre teniendo en cuenta como salvedad que la economía argentina está mucho más diversificada que la del RAS y que los contextos históricos, geográficos, geopolíticos y sociales son inmensamente diferentes”.
“Más allá de la amplia capacidad de EEUU en recursos naturales, el diferencial que logró a través de los años como economía se sustenta en su desarrollo tecnológico e industrial temprano (desde fines del siglo XIX), alimentado inteligentemente de los excedentes producidos por el campo (los farmers financiando universidades para generar adelantos tecnológicos) y de la inversión pública (el complejo industrial militar, financiado con fondos del DoD)”, resaltó con su análisis. Agregó también que “además hay que considerar que EEUU como nación tuvo siempre diversos centros productivos en competencia entre sí, diseminando el poder político asociado”.
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